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Ejercicios para conocernos mejor (para mujeres)

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Ejercicios para conocernos mejor (para mujeres)

Nota 03 Mar 2010

Lic Diana Resnicoff. Lic. Laura Caldiz

Muchos problemas sexuales pueden resolverse sabiendo más sobre una misma, explorándonos, conociéndonos y descubriendo solas cómo funcionamos y qué necesitamos para despertar la respuesta sexual. Por otro lado es imprescindible el diálogo, simplemente atreverse a conversar sobre sexo con la persona con la que hacemos el amor. Y en tercer lugar es importante poder enseñar, guiar al otro y ofrecerle conocimiento sobre la manera particular que despierta mi placer mas íntimo.

Autoestimulación

Conocer las partes sensitivas de nuestros genitales significa aprender todo lo relacionado con nuestras preferencias individuales. Para ello la primera tarea será encontrar un lugar cómodo y un tiempo para estar a solas. Me desnudo por completo y comienzo a explorarme. Me miro con un espejo mientras tomo contacto con mi cuerpo. Miro con atención mi vulva, abro mis labios mayores y miro los labios menores, mi clítoris; observo cada forma, cada textura. Intento conocer todo mi cuerpo a través del tacto.

Luego, usando algún lubricante (aceite de bebes, lubricante vaginal o crema neutra ) comenzamos a acariciarnos lentamente, concentrándonos en el placer que esto produce. Acariciamos los senos, los muslos y lentamente comenzamos a incluir los genitales en esta búsqueda de sensaciones agradables Con movimientos suaves pero precisos acaricio los labios mayores, los menores, el pubis y con mi dedo índice comienzo a masajear suavemente la región del clítoris. Esta es una zona muy sensible. Busquemos los toques y caricias mas placenteros, mas sensuales. Nuestro objetivo por el momento no es lograr el orgasmo sino obtener el máximo de placer, con plena libertad para disfrutarlo. Si lo logramos, habremos dado un gran paso adelante.

Es probable que en el transcurso de este ejercicio comencemos a sentir palpitaciones, flujos de calor o estremecimientos, contracciones involuntarias de los músculos vaginales y una extraordinaria sensación de bienestar; entonces habremos alcanzado el orgasmo.

Pero es difícil que nos excitemos si pensamientos distractivos ocupan nuestra cabeza. Para contrarrestarlos usemos las fantasías sexuales. Estas pueden ser imágenes, como en un sueño; largas escenas imaginarias con argumento. No hay un tipo de fantasías que sea “buena” o “mala”, “normal” o “anormal”. Las fantasías son como los sueños, diferentes en cada persona y muy variadas. Tratemos entonces de concentrarnos y formar en nuestra mente alguna imagen o escena que nos resulte muy excitante. Quizá nuestra fantasía será el recuerdo de una escena sexual que hemos vivido, o algo que siempre quisimos hacer y nunca nos animamos.

Aunemos nuestras sensaciones placenteras con este pensamiento sexual para lograr un nivel más alto de excitación. Iremos probando nuevos recursos hasta encontrar los más adecuados. La única clave es lograr el máximo de placer posible. Podemos cambiar lo que hacemos, la manera en que nos estimulamos hasta encontrar la mas placentera. Puede suceder que luego de un tiempo la misma caricia no resulte igualmente excitante, entonces conviene buscar otras. Las sensaciones del cuerpo y el placer que vamos sintiendo son la mejor guía.

No es fácil encarar la tarea de conocerse a sí misma sexualmente y en el proceso aparecerán dificultades; algunas incluso pueden determinar que debamos interrumpirlo por alguna causa y luego volver a empezar. Puede aparecer vergüenza o culpa por estar dedicando un tiempo a las “tareas sexuales”. Todas hemos pasado por experiencias infantiles que aunque ya no recordemos, siguen influenciando sobre la manera en que percibimos el sexo. Hay tabúes y prohibiciones que marcan lo permitido y lo que no lo está. Es probable que la estimulación producida por uno misma, esté en la categoría de prohibido. Vale la pena intentar nuevamente, cada vez que estas cosas aparecen y recordar que el objetivo final, el placer en la sexualidad, es muy importante de lograr.

Conversando

Intento ahora que soy experta de mi cuerpo compartir la información con mi compañero. No hay mejor manera de comunicarnos con el otro que sabiendo quiénes somos y cuál es nuestra manera de sentir. Pero aprender a gozar de a dos requiere también de un proceso de aprendizaje, quizá más complejo porque son dos las personas involucradas, y hay que armonizar las diferentes necesidades, gustos y tiempos.

Vamos a conversar sobre nuestra sexualidad con él, invitándolo a cambiar algunas formas de nuestra relación habitual. Para ello es importante disponer de un tiempo juntos y de ser totalmente sinceras con él para contarle qué nos gusta y qué no, cuándo nos sentimos mejor, qué cosas nos desagradan. Luego él hará lo mismo y nosotras escucharemos atentamente. Tratemos de preguntarnos todo lo que necesitamos saber. Después tal vez sea preferible darnos un tiempo para meditar y madurar todo lo que hemos aprendido en esta conversación.

Ejercicio de 10 minutos

Yo y él nos sentamos en un café antes de ir al cine. Nos proponemos un diálogo distinto. Cada uno tiene cinco minutos para hablar sin ser interrumpido. El tema es ¿qué prefiero sexualmente?. Tiramos la moneda, sacamos turno, escuchamos y somos escuchadas. Interrumpimos la conversación y si queremos, la retomamos a la salida del cine. La idea es que cada uno pueda hablar de sí mismo sin interrupciones, y escuchar para redescubrir al otro.

Consultando

Si bien algunos problemas pueden ser resueltos a través de un mejor conocimiento de una misma y del diálogo con el otro, a veces es importante recurrir a un especialista para resolverlos. Aquí el profesional de elección es el sexólogo si el problema es estrictamente sexual y el terapeuta de pareja si el problema es vincular. Muchas veces las mujeres nos sentimos mas cómodas consultando con otra mujer. Y en realidad las profesionales mujeres tienen no solo conocimiento científico sino personal sobre la problemática femenina.

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