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Cómo mejorar tu sexualidad (para hombres)

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Registrado: 04 Feb 2010

Cómo mejorar tu sexualidad (para hombres)

Nota 04 Feb 2010

Cuando dos o más varones incursionan por el ámbito de la sexualidad, más que una reunión donde compartir experiencias, parece un concurso donde cada uno de los personajes que toma la palabra opaca a quienes le precedieron. Y aunque cada uno sabe que lo relatado es una hazaña difícil de creer jura por lo más sagrado, que lo dicho es: " la puritita verdad".

En esos discursos se mencionan una y mil actividades, más imaginadas que realizadas, como si el narrador tuviese una gran apertura; dicho de otra forma, suelen describirse como individuos carentes de prejuicios y desde luego como el arquetipo del mejor de los amantes. El individuo en cuestión, relata un sin fin de actividades, a veces auténticas acrobacias, indispensables para el disfrute de su pareja, a la cual dejó, según él, en calidad de cadáver.

No obstante, la realidad suele ser otra y lo más probable es que en el terreno de los hechos las cosas sean muy diferentes. Es más me atrevería a decir que la mayoría de los varones disfruta muy poco de su potencial erótico. A continuación enlisto algunas de las posibles causas de ello:

La socialización impartida a la inmensa mayoría de los varones de sociedades como la nuestra enfatiza que a un individuo le deben de atraer las personas del otro sexo. Quizá por miedo a desviaciones vergonzantes no se le habla de selectividad, por el contrario, se le hace saber que debe sentirse atraído por todo tipo de mujer.

Uno de los mensajes menos socorridos es el de que debe preocuparse por el disfrute de la otra persona, nada de eso, más temprano que tarde deduce que lo importante es penetrar y por supuesto eyacular. Toda la serie de factores adquiridos, en los primeros años, repercuten en nuestras actuaciones y querámoslo o no también se manifiestan cuando tenemos relaciones sexuales.

Describo a continuación una serie de estereotipos masculinos que me permitirán desarrollar el tema asignado.

1. El funcionalista: Para el sujeto que se encuentra en la parte superior de esa escala, cada experiencia sexual se presenta como una magnífica oportunidad donde demostrar su potencia; pero para el que ocupa la parte inferior de la misma, cada actividad sexual se erige como una terrible prueba. No obstante, para ambos la erección es la parte medular. Siguiéndole en importancia la eyaculación, más allá de si se alcanza o no el orgasmo. Queda claro que lo fundamental es el adecuado funcionamiento.

2. El focal: A veces se detiene en una región corporal específica, casi siempre la misma ignorando el resto. Pechos, nalgas y genitales, son las áreas donde con mayor frecuencia concentra su atención.

3. El gran pretencioso: Es el que afirma conocer, incluso mejor que su propia compañera, las caricias idóneas para excitarla y llegar al orgasmo. Si ella se atreve a decirle que prefiere otras distintas intentará convencerla de que no sabe lo que dice o se retirará ofendido por no apreciar sus esfuerzos.

4. El "gaucho" veloz: Para este varón lo más significativo es responder de inmediato. En ocasiones tendrá una erección instantánea seguida de una, no menos rápida, eyaculación. Desde el punto de vista reproductivo actuar así constituye una ventaja, pero para su pareja que posiblemente busque placer, las altas y cotidianas velocidades sólo significan malestares.

5. El insaciable: Está convencido de que su apetito sexual es el idóneo. Vale la pena señalar que la inmensa mayoría de la gente cree que los varones son quienes tienen mayor deseo sexual. Sin embargo, cada día son más las parejas donde las quejas en torno a las pocas relaciones sexuales son emitidas por las mujeres. El no aceptar que mi compañera tenga un mayor grado de deseo que el mío origina una gran incomodidad en vista de que no encaja en lo estipulado por la sociedad y puede llevarme a que la acuse, al menos de, ninfómana.

6. Bicman o el hombre bic: Asegura que no sabe fallar, no obstante, a la menor insinuación o ante la más leve señal de ese tipo, este varón puede sentir algo de miedo y en el supuesto de que la problemática se repita entonces el miedo se transformará en pánico.

7. El torero: Para este individuo la relación sexual se divide en tres tercios: en el primero da unas cuantas caricias y de inmediato llama a los picadores, con lo cual principia el segundo tercio donde acontecen penetración y eyaculación; en el tercero, aunque quisiera salir en hombros o dar la vuelta al ruedo por su magnífica actuación, suelen no alcanzarle las fuerzas y simplemente se duerme.

Quiero enfatizar que estas caricaturas son fruto de mi mente perversa, cualquier semejanza con algún conocido es pura y simple coincidencia, en cuyo caso es necesario recomendar algunas estrategias para mejorar el placer sexual, lo cual haré enseguida.

1. Un poco de flexibilidad: lo ideal es tener en mente que el encuentro con la compañera es un acto en el que se busca pasarla bien y no siempre debe desembocar en un coito.

2. Considerar a las caricias como valiosas en sí mismas: es evidente que algunas nos gustan más que otras pero no por eso han de menospreciarse. Si somos capaces de mantener alejada de la mente la idea de la obligatoriedad de la penetración podremos disfrutar tocamientos que en primera instancia no son elevados a la categoría de erógenos.

3. Disminuir nuestra sensibilidad a la crítica: si conseguimos esto podremos ser mejores amantes. Cuando se hace cualquier tipo de programa una de sus partes más importantes es la evaluación del mismo. Por medio de esta actitud las acciones se afinan y es posible una mejora sustancial. Lo mismo ocurre tratándose de las expresiones sexuales.

4. Erotizar mis acciones: considerar que cada uno de los momentos es único y por tanto insustituible. Cada vez que mis manos la tocan es una oportunidad para dibujar de nuevo su silueta; cada palabra murmurada en el oído es algo así como agregar eslabones a una cadena que en esencia le enfatiza que la deseo; cada mirada es como un manto que la cubre para que pueda admirarla más y mejor; cada vez que aspiro su aroma es como si ella me penetrara y tomara posesión de mí; cada vez que gusto sus diferentes sabores tengo la impresión de que apenas la conozco pero quedo conminado a seguirla disfrutando.

5. Jugar con picardía: el acto sexual puede ser serio porque implica, sobre todo, acuerdo pero no tiene porque ser solemne y mucho menos acartonado. Se vale divertirse, variar, inventar y olvidarnos del: pan con lo mismo.

6. Aceptar, sin temores cuando ella sea propositiva: esto es, erradicar de nuestra mente la sentencia que me señala como quien debe llevar la pauta a la hora de hacer el amor. Nada más alejado de la realidad, esta es una actividad compartida que se enriquece en la medida en que ambos contribuyen con su imaginación y creatividad.

7. Agradecer que tiene conocimientos sexuales y disfrutarlos, en lugar de romperme la cabeza intentando imaginar cómo pudo adquirirlos.

8. Saber que ella no es una posesión mía, a quien puedo usar cuando se me dé la gana. Mi pareja es un ser humano con el cual no siempre habrá coincidencias y si en un gran número de ocasiones ella accede a mis peticiones, lo correcto sería actuar en consecuencia.

9. Ella tiene derecho al placer sexual: es mentira que cuando dos se aman con uno que disfrute basta. Hacer el amor es un proceso en el cual, los integrantes de la diada se aventuran a la búsqueda de satisfactores, para ambos. El placer se percibe a lo largo del acto y seguramente, después del mismo.

10. Nada de cumplir: esta actividad alcanza sus máximas realizaciones cuando se lleva a cabo por mutuo acuerdo. Si se ejecuta a modo de tarea, cansa y produce bastante dolor.

11. Olvidarse del orgasmo mutuo: las modas cambian a cada rato. Primero dijeron que las mujeres no disfrutaban y por lo tanto, el hombre se centraba en su placer. Después se mencionó que podían llegar a un orgasmo o a muchos, dependiendo de la pericia del varón. Más adelante alguien sentenció que alcanzar el clímax al unísono es la máxima experiencia. La realidad es que el orgasmo es un disfrute individual durante el cual uno tiende a aislarse del mundo. Me parece que lo ideal es colaborar para que ambos disfruten en vez de empecinarse en algo que puede ser un distractor capaz de producir frustraciones.

Quiero finalizar señalando que menciono los cambios que a mi juicio requerimos los varones pero, me parece que ambos miembros de la pareja tienen que poner de su parte para elevar el grado de disfrute y concientizar que el erotismo no sólo está presente en las cercanías del lecho.

En la medida que me muestre atento e interesado por mi pareja ella me corresponderá. Siempre será bienvenida esa señal indicadora de que no sólo la amo sino que la deseo. Jamás se cansará de escuchar frases tiernas, afectuosas y por supuesto también apasionadas.

Despleguemos todas las estrategias necesarias para cumplir con aquella sentencia que nos ubica como el animal más erótico.

Aprovechemos todos los recursos con los que contamos para alejarnos de esa añeja tendencia al sufrimiento. Disfrutemos cada instante al máximo sabiendo que el placer sexual no es algo malo y puede incrementarse en la medida que lo compartamos con nuestra pareja.

Francisco Delfín Lara
Sexólogo

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