El uso de la cocaína durante el embarazo

La cocaína es una de las drogas más peligrosas para el feto. En los últimos diez años se ha producido un aumento considerable en la cantidad de mujeres que consumen cocaína y, consecuentemente, un incremento alarmante en la cantidad de bebés que nacen afectados por esta droga. El U.S. Department of Health and Human Services estima que cada año nacen en los EE.UU. más de 50.000 bebés, y quizás hasta 375.000, que han sido expuestos a la cocaína.

¿Cómo afecta la cocaína al feto?

La cocaína puede afectar a una mujer embarazada y a su bebé de muchas maneras. Puede provocar la interrupción del embarazo durante los primeros meses del mismo. Si se consume la droga más adelante en el embarazo, puede provocar el parto en forma prematura. También puede causar la muerte del feto, o que sufra un ataque que puede conducir a daños cerebrales irreversibles.

Los estudios demuestran que las probabilidades de dar a luz a un bebé prematuro se duplican cuando la madre consume cocaína durante el embarazo. Y, como la cocaína interfiere con el flujo de oxígeno y sustancias nutritivas que recibe el bebé, éste puede ser mucho más pequeño de lo que sería si la madre no consumiera la droga. Además, los bebés expuestos a la cocaína tienden a tener cabezas más pequeñas, lo que puede indicar que el cerebro también es más pequeño.

La cocaína también puede provocar que la placenta se separe de la pared del útero antes de comenzar el parto. Este fenómeno, llamado desprendimiento prematuro de la placenta, puede causar hemorragias prolongadas y ser fatal tanto para la madre como para el bebé. El consumo de cocaína también puede traer otras complicaciones durante el parto.

¿Qué efecto tiene el uso de la cocaína durante el embarazo en los bebés recién nacidos?

Los bebés expuestos a la cocaína antes de nacer pueden comenzar sus vidas con serios problemas de salud. La probabilidad de que una mujer que haya consumido cocaína de forma regular durante el embarazo tenga un bebé cuyo peso sea inferior al peso mínimo normal (menos de 5,5 libras) es de tres a seis veces mayor que cuando la mujer no consume la droga. La falta de peso puede deberse a la falta de crecimiento del feto, al nacimiento prematuro o a una combinación de ambos factores. El riesgo de que un bebé de bajo peso muera durante su primer mes de vida es 40 veces mayor que el de un bebé de peso normal. Aquellos que sobreviven corren un riesgo mayor de tener incapacidades para toda la vida tales como retraso mental, parálisis mental o visión o audición deficientes.

Algunos estudios sugieren que es más probable que los bebés expuestos a la cocaína sufran defectos de nacimiento. Los Centros de Prevención y Control de Enfermedades del gobierno (CDC: Centers for Disease Control and Prevention) han determinado que es cinco veces más probable que los bebés nacidos de madres que consumen cocaína durante el comienzo del embarazo tengan malformaciones en las vías urinarias que aquellos nacidos de madres que no utilizan dicha droga.

Algunos bebés expuestos a la cocaína durante el embarazo nacen con daños cerebrales. Una serie de estudios ha demostrado que los bebés expuestos a la cocaína tienden a obtener resultados pobres en las pruebas que se les practica al nacer para estimar sus condiciones físicas y su sensibilidad general al medio ambiente. La motricidad, los reflejos, la atención y el control del estado de ánimo de estos bebés no es tan buena como en los que no han sido expuestos a la droga. Además, es menos probable que estos niños respondan al estímulo de una cara o una voz humana.

A veces los bebés expuestos a la cocaína antes de nacer experimentan dificultades al alimentarse y molestias al dormir. Tras el nacimiento, algunos bebés padecen de síntomas similares a los que tiene un adulto que abandona el uso de la cocaína. Muchos de estos bebés son muy inquietos e irritables, se sobresaltan y lloran aún cuando se les habla o acaricia con gran suavidad. A consecuencia, resultan muy difíciles de consolar y a menudo se les describe como retraídos o insensibles. Otros bebés que han sido expuestos a la cocaína “apagan” los estímulos que les rodean, durmiendo profundamente durante la mayor parte del día.

En ambos casos, la reacción del bebé a la cocaína, en combinación con la dependencia contínua de la madre a la droga, dificulta el establecimiento del vínculo materno-filial. Se cree que este vínculo es muy importante en el desarrollo emocional del bebé.

¿Qué otros problemas padecen los bebés cuyas madres consumen cocaína durante el embarazo?

No se conocen todos los problemas especiales que estos niños pueden sufrir. Algunos estudios, pero no todos, sugieren que la probabilidad de que estos niños fallezcan repentinamente a causa del síndrome de muerte infantil repentina (SIDS: sudden infant death syndrome) es mayor de lo normal.

Según el National Institute of Child Health and Human Development, los estudios realizados hasta la fecha sugieren que los bebés expuestos a la cocaína pueden resultar más afectados emocionalmente que intelectualmente. Por ejemplo, en algunos estudios recientes no se registraron diferencias entre las medidas de inteligencia de bebés expuestos a la cocaína y las de bebés no expuestos a la misma. Sin embargo, a los tres meses de edad, los bebés expuestos a la cocaína lloran y se irritan más ante imágenes y sonidos desconocidos que aquellos que no han sido expuestos. Esta sensibilidad exacerbada puede hacer que resulte difícil cuidar de estos niños durante sus primeros años de vida y, posiblemente, provocar problemas de aprendizaje más adelante.

Los estudios de seguimiento de niños de hasta tres años de edad que han sido expuestos a la cocaína continúan indicando que la inteligencia de la mayoría de ellos está dentro de los límites normales. Sin embargo, algunos estudios sugieren que los niños expuestos a la cocaína pueden experimentar dificultades en el desarrollo del habla y en su capacidad de prestar atención. Aún no se han podido realizar estudios para estimar la capacidad de aprendizaje a largo plazo de estos niños, ya que la mayoría de ellos han comenzado a asistir a la escuela a partir del comienzo de la década del 1990. Sin embargo, las observaciones preliminares sugieren que muchos de estos niños necesitarán atención especializada para desarrollar todo su potencial.

¿Cómo puede una mujer proteger a su bebé de los daños de la cocaína?

Los defectos de nacimiento y demás problemas causados por la cocaína pueden prevenirse completamente. March of Dimes Birth Defects Foundation recomienda a aquellas mujeres que consumen cocaína interrumpir su uso antes de quedar embarazadas o postergar el embarazo hasta que crean que serán capaces de evitar el uso de la droga a lo largo del mismo. También se recomienda que toda mujer embarazada que consume cocaína interrumpa su uso inmediatamente debido a los daños que puede provocar el contínuo uso de la droga. Aparentemente, el dejar de utilizar cocaína al comienzo del embarazo disminuye el riesgo de dar a luz a un bebé prematuro o de bajo peso.

¿Qué está haciendo March of Dimes para resolver los problemas del consumo de cocaína durante el embarazo?

March of Dimes presta apoyo a las investigaciones dirigidas a comprender los efectos que produce la exposición prenatal a la cocaína en la infancia temprana y en la niñez en general, con el objetivo de ayudar a los niños a superar problemas potenciales. En uno de estos estudios, por ejemplo, se procura determinar si la exposición a la cocaína perjudica la capacidad de concentración del niño o no, y si contribuye o no a la existencia de problemas de conducta como el exceso de agresividad. En otro estudio se intenta descubrir si la exposición a la cocaína afecta al desarrollo del habla y del lenguaje. Los resultados de estos estudios podrían conducir a programas educativos para ayudar a estos niños a aprender con mayor eficacia.

March of Dimes ha patrocinado conferencias sobre el uso de la cocaína durante el embarazo con el objetivo de concienciar a los profesionales de la salud y a los medios de difusión sobre la gravedad de este problema. Además, March of Dimes conduce programas educativos para informar al público sobre el peligro que supone el uso de cocaína y de otras drogas durante el embarazo.