Salud mental en el adulto activo

Por Giorgio Agostini Visentini

La adultez debe ser entendida como parte del proceso del ciclo vital, así como lo son la niñez y la adolescencia. Por lo tanto, no se trata de una meta final ("llegar a ser adulto"), sino de un estado transitorio.

Incluso dentro del amplio espectro que involucra la vida adulta, se han descrito distintas etapas, en función de patrones psicológicos, físicos y sociales, estadísticamente recurrentes. Así, se describe un primer momento, el de "adulto joven", aproximadamente desde los 21 a 35 - 40 años. Para que pueda comenzar esta etapa, es necesario que la familia del adolescente le permita cambiar, es decir, que tome en cuenta las demandas por parte del hijo, de una relación con sus padres en términos de equivalencia. El adulto joven aspira a tener un lugar propio en la familia, definido por sí mismo.

En esto es importante la nueva situación que adquiere el joven en relación a sus padres: antes la relación era de padre-activo v/s hijo-pasivo, en cambio en esta etapa el hijo pasa a ocupar un lugar activo y propositivo. Sin embargo, la independencia de la familia no es global y lo más común es que sea en el ámbito laboral.

En el plano individual, se espera que la persona tenga una definición relativamente clara de su propia identidad. Esto es, que sea capaz de autopercibirse y autodefinirse, así como de tener una opinión personal acerca de la sociedad. Pero se ve enfrentado a un nuevo tipo de conflicto, que es el de optar por la intimidad en oposición al aislamiento.

La intimidad hace referencia a la capacidad de entrega y compromiso con los valores éticos. Se espera que para su desarrollo exitoso, los adultos jóvenes deben compartir su identidad con otra persona en relación íntima, cercana y heterosexual que lleve a la procreación. Durante esta etapa la mayoría de las personas deciden si se casarán o no, sin embargo, en la actualidad es cada vez mayor el número de personas que optan por la soltería o la postergación del matrimonio, pues se sienten con la libertad de explorar a fondo una carrera, viajar y ser autosuficientes.

El tener un hijo señala uno de los momentos de mayor transición en la vida de las parejas, ya que pasan desde compartir responsabilidades recíprocas, a compartir la responsabilidad de una nueva vida.

Esto también trae consecuencias sobre el ambiente social que rodea a las personas. Las amistades de la adolescencia (profundamente importantes) habían comenzado a ser desplazadas por los grupos de parejas, y probablemente se alejarán más aún si no están viviendo el mismo proceso. Por esta razón es fundamental mantener amistades individuales junto con las de pareja, ya que esto permitirá relacionarse con otras personas, evitando aislamiento y también proporcionará una fuente más de estímulos y soportes emocionales.

En el plano laboral, la sociedad espera que al término de esta etapa exista una independencia económica de los padres y se tenga una fuente de ingresos estable, producto de un trabajo acorde a la carrera o estudios realizados.
De este modo, alrededor de los 40 años y hasta los 65, se postula la existencia de la adultez media. Si bien la edad de inicio de este período es arbitraria de alguna manera, pues se basa en expectativas que deberían cumplirse según lo socialmente estipulado, el término (65 años) está claramente marcado por el cese de la actividad laboral en la jubilación.
Aunque la etapa "consagrada al cambio" es la adolescencia, pues se permite un tiempo de ensayo y error en relación a la vida futura, en esta etapa también ocurre otra serie de sucesos, algunos de gran magnitud e impacto emocional, pero no se les presta la debida atención, lo que hace que las personas que los viven se sientan solas, manifestando depresión o transtornos ansiosos, en una gran proporción de casos.

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